lunes, 19 de julio de 2010

El carácter fetichista de la juventud

Por Ana Miranda, coordinadora del Programa de Juventud, y Analía Otero, investigadora principal del mismo Programa.

La vocación por mostrar o hacer evidentes los modos que cobran las relaciones humanas y los vínculos de poder forma parte del hacer cotidiano de las ciencias sociales. Sobre todo de aquellos que –a través del trabajo científico- promovemos una mirada crítica de la sociedad que nos toca vivir. Los estudios de juventud desarrollados -desde esta perspectiva- proponen que la juventud es una etapa dentro del ciclo vital de las personas, y centran su atención en las relaciones y las estructuras sociales que hacen posible que este período vital este disponible (o no) en distintas circunstancias y momentos históricos. En este sentido, es interesante advertir que los planteos sobre el carácter eminentemente social de la organización del ciclo vital y su relación con las estructuras vigentes se discuten ya en la sociología clásica y siguen siendo fuente de debate e investigación.

La definición de los tiempos biográficos hegemónicos en cada sociedad y momento histórico posee determinantes de orden social, económico y cultural. No en todas las sociedades, ni en todos los tiempos ser niño, joven, o adulto tiene las mismas implicancias. No las tiene en términos de actividades y estructuras, ni tampoco en relación su alcance. A modo de ejemplo, –los estudios frecuentemente recuerdan que- en las sociedades occidentales y sobre principios de ciclo veinte eran jóvenes solamente los hombres provenientes de grupos de privilegio, mientras que los demás y todas las mujeres pasaban de la condición de niños/as a la de adultos/as en un período breve. Es decir, eran jóvenes por poco tiempo (en términos contemporáneos) y eran pocos jóvenes (en relación al número total de personas en el grupo de edad).

Continuando con el (mini) relato histórico, en las sociedades occidentales fue a partir de mediados del siglo veinte cuando la juventud comenzó a estar disponible para grupos sociales más amplios. Desde entonces y especialmente a partir de los años cincuenta, la expansión del sistema educativo (sobre todo el nivel secundario) fue uno de los hechos centrales en la estructuración de las actividades que permitieron la expansión de la juventud a grupos sociales más amplios. También lo fue la aparición de un conjunto de bienes novedosos diseñados en forma particular para el consumo juvenil. Entre los más clásicos: el blue jean y la música rock, y films como Rebelde sin causa. En el plano teórico, las nuevas pautas de consumo y la diferenciación de los valores juveniles (respecto del mundo adulto) son planteadas por J. Coleman quien analiza la expansión de las culturas juveniles entre todos los estudiantes secundarios (Coleman J. 2008).

Luego, a lo largo de los años sesenta y sobre todo a finales de aquella década cobra presencia un fenómeno de lo más significativo para los estudios de juventud, vinculado al surgimiento de un colectivo social que participa masivamente en la escena pública desde la apelación de la juventud. Más aún, de la juventud como una categoría social emancipadora. En palabras de C. Feixas: una nueva clase revolucionaria (Feixas C., 2006: 10). De hecho, las movilizaciones juveniles de fines de los sesenta y principios de los setenta fueron sumamente influyentes, e imprimieron a la categoría un conjunto de rasgos que simbólicamente continúan aún vigentes en las sociedades occidentales. Es sobre estas vivencias que la juventud comienza a ser considerada enfáticamente como sinónimo de libertad, revolución (cambio), música rock, participación política, etc. Construyéndose el mito de la juventud blanca o redentora (Braslavsky C, 1986).

Esta por demás decir que, las décadas posteriores fueron el escenario de grandes cambios sociales, los cuales tuvieron un amplio impacto en las actividades que –como se ha señalado- sostienen a la juventud. La globalización, la modificación de la organización productiva, las vulnerabilidades, las nuevas percepciones temporales, en paralelo con el incremento de la expectativa de vida y la aún mayor extensión del sistema educativo fueron el marco donde la juventud se ha hecho más extensa en términos temporales y diversificada en relación a las actividades.

En este contexto surge un proceso novedoso que -durante los años noventa- fue denominado como de juvenilización de la sociedad, en referencia al culto a la apariencia y al estilo de vida que –supuestamente- se corresponde con el período juvenil (no con la juventud blanca, sino con la juventud divertida). Y con ello la proliferación de la industria de la estética profesional y la ampliación de ofertas de esparcimiento y consumo cultural. Un consumo que -si bien estaba vigente desde los años cincuenta- alcanza nuevas dimensiones a partir de los cambios tecnológicos en las comunicaciones y la globalización.

Encontramos aquí, una primera aproximación al título de estas reflexiones: el fenómeno de la fechitización de la juventud. La fechitización en el sentido (literal) de adoración o veneración de una estética y un cierto modo de vida de la juventud contemporánea. Una idea de estética y modo de vida que se convierte en un simulacro de la juventud (no tiene nada que ver con la forma en que viven los jóvenes), y que es explotado por distintas industrias de bienes y servicios. Desde este fetiche ser joven significa ser delgado, divertido, vestir des-arreglado, salir todos los fines de semana, consumir ciertas bebidas, entre otros.

Por estos años y concomitantemente con la adoración de la juventud, fueron surgiendo también detractores y analistas (ahora sí) de los jóvenes (concretos). Entre los detractores se destacan aquellos que sentados en la vereda de las buenas costumbres y la moral proponen que ciertas conductas o hábitos de los jóvenes socavan la base misma de la sociedad. Y, si bien no son nuevas las posiciones de crítica a la conducta juvenil, lo llamativo de esta etapa está relacionado con lo que se ha denominado “dinámicas de pánico moral”. Es el caso, por ejemplo, de la problemáticas asociadas a la denominada violencia juvenil o a las salidas nocturnas.

En otra posición encontramos a los analistas, quienes describen y explican qué hacen los jóvenes, cuántas horas miran TV, cómo se comportan en los ámbitos laborales (generación Y), cómo son interpelados por la lógica del consumo y qué consumos culturales son frecuentes, o cuántos no estudian ni trabajan (ni-ni) entre otros temas presentes en el debate en medios públicos. Generalmente estas reflexiones se presentan a partir de estudios descriptivos de la juventud o de las juventudes , como si las características que se analizan tuvieran que ver con una evolución particular de este grupo, como mera “exterioridad” de las relaciones sociales y vínculos de poder donde esas conductas se manifiestan.

Frente a estas tendencias, consideramos que los estudios de juventud no pueden agotarse en descripciones o exploraciones de los rasgos comunes o comportamientos juveniles. Ya que aquellas investigaciones que abordan lo juvenil desde la mera exterioridad permanecen ancladas en el carácter aparente: el carácter fetichista de la juventud. Quedando aisladas del contexto social, político y cultural de su producción, soslayando la esencia misma de los vínculos de poder que la sostienen, y que marcan las tendencias a la reproducción o el cambio social.

A contrapelo de esta tendencia, sostenemos que la agenda política y la postura epistemológica de los estudios de juventud deben expresar el sentido relacional de las posiciones que ocupan los distintos actores sociales en la dinámica que anima la estructura social. Y que a estas alturas del desarrollo del campo, es posible superar las barreras del retrato simple, dando el debate sobre la relaciones de explotación, dominación o sojuzgamiento que enfrentan cotidianamente jóvenes de nuestro tiempo. De modo de aportar al debate sobre la desigualdad, la justicia y la mejora de las condiciones de vida del conjunto de la población en las sociedades contemporáneas.

Bibliografía citada

Coleman J. (2008): “La sociedad adolescente”. Teorías sobre la juventud. Las miradas de los clásicos. G. M. y. S. r. Z. M. H. Pérez Islas J A. Mexico DF, UNAM - Porrúa.
Faur E. y Chaves M. (2006): Investigaciones sobre juventudes en Argentina: estado del arte en ciencias sociales. IDAES/DINAJU. Buenos Aires.
Feixa C. (2006): “Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era contemporánea”. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Vol. 4 Nº2. Universidad de Manizales. Colombia.
Maffesoli M.(2004): El tiempo de las Tribus. Editorial Siglo XXI. México.
Migues D. (2010): “Las dinámicas de un pánico moral: hechos y percepciones en la construcción de la violencia escolar". En Revista Argentina de Estudios de Juventud Nº 2. Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP. Disponible en :http://perio.unlp.edu.ar/revistadejuventud/?q=node/42
Perez Islas J.A., M. Valdez González y M. H. Suarez Zozaya Coord. (2008) Teorías sobre la juventud: las miradas de los clásicos. UNAM – Miguel Angel Porrúa. México.
Ortiz R. (1997). Mundialización y cultura. Buenos Aires, Editorial Alianza.

domingo, 2 de mayo de 2010

1° de Mayo, día de los trabajadores

“Los Derechos Laborales”


Más de noventa millones de clientes acuden, cada semana, a las tiendas Wal-Mart. Sus más de novecientos mil empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier sindicato. Cuando a alguno se le ocurre la idea, pasa a ser un desempleado más. La exitosa empresa niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas: la libertad de asociación. El fundador de Wal-Mart, Sam Walton, recibió en 1992 la Medalla de la Libertad, una de las más altas condecoraciones de Estados Unidos.

Uno de cada cuatro adultos norteamericanos, y nueve de cada diez niños, engullen en McDonald's la comida plástica que los engorda. Los trabajadores de McDonald's son tan desechables como la comida que sirven: los pica la misma máquina. Tampoco ellos tienen el derecho de sindicalizarse.

En Malasia, donde los sindicatos obreros todavía existen y actúan, las empresas Intel, Motorola, Texas Instruments y Hewlett Packard lograron evitar esa molestia. El gobierno de Malasia declaró "union free", libre de sindicatos, el sector electrónico.

Tampoco tenían ninguna posibilidad de agremiarse las ciento noventa obreras que murieron quemadas en Tailandia, en 1993, en el galpón trancado por fuera donde fabricaban los muñecos de Sesame Street, Bart Simpson y los Muppets.

Bush y Gore coincidieron, durante la campaña electoral del año pasado, en la necesidad de seguir imponiendo en el mundo el modelo norteamericano de relaciones laborales. "Nuestro estilo de trabajo", como ambos lo llamaron, es el que está marcando el paso de la globalización que avanza con botas de siete leguas y entra hasta en los más remotos rincones del planeta.



La tecnología, que ha abolido las distancias, permite ahora que un obrero de Nike en Indonesia tenga que trabajar cien mil años para ganar lo que gana, en un año, un ejecutivo de Nike en Estados Unidos, y que un obrero de la IBM en Filipinas fabrique computadoras que él no puede comprar.

Es la continuación de la época colonial, en una escala jamás conocida. Los pobres del mundo siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionan brazos baratos y productos baratos, aunque ahora produzcan muñecos, zapatos deportivos, computadoras o instrumentos de alta tecnología además de producir, como antes, caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial.

Desde 1919 se han firmado 183 convenios internacionales que regulan las relaciones de trabajo en el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos Francia ratificó 115, Noruega 106, Alemania 76 y Estados Unidos... catorce. El país que encabeza el proceso de globalización sólo obedece sus propias órdenes. Así garantiza suficiente impunidad a sus grandes corporaciones, lanzadas a la cacería de mano de obra barata y a la conquista de territorios que las industrias sucias pueden contaminar a su antojo. Paradójicamente, este país que no reconoce más ley que la ley del trabajo fuera de la ley es el que ahora dice que no habrá más remedio que incluir "cláusulas sociales" y de "protección ambiental" en los acuerdos de libre comercio. ¿Qué sería de la realidad sin la publicidad que la enmascara?

Esas cláusulas son meros impuestos que el vicio paga a la virtud con cargo al rubro relaciones públicas, pero la sola mención de los derechos obreros pone los pelos de punta a los más fervorosos abogados del salario de hambre, el horario de goma y el despido libre. Desde que Ernesto Zedillo dejó la presidencia de México, pasó a integrar los directorios de la Union Pacific Corporation y del consorcio Procter & Gamble, que opera en 140 países. Además, encabeza una comisión de las Naciones Unidas y difunde sus pensamientos en la revista Forbes: en idioma tecnocratés, se indigna contra "la imposición de estándares laborales homogéneos en los nuevos acuerdos comerciales".

Traducido, eso significa: arrojemos de una buena vez al tacho de la basura toda la legislación internacional que todavía protege a los trabajadores. El presidente jubilado cobra por predicar la esclavitud. Pero el principal director ejecutivo de General Electric lo dice más claro: "Para competir, hay que exprimir los limones". Los hechos son los hechos.

Ante las denuncias y las protestas, las empresas se lavan las manos: yo no fui. En la industria posmoderna, el trabajo ya no está concentrado. Así es en todas partes, y no sólo en la actividad privada. Los contratistas fabrican las tres cuartas partes de los autos de Toyota. De cada cinco obreros de Volkswagen en Brasil, sólo uno es empleado de la empresa. De los 81 obreros de Petrobrás muertos en accidentes de trabajo en los últimos tres años, 66 estaban al servicio de contratistas que no cumplen las normas de seguridad. A través de trescientas empresas contratistas, China produce la mitad de todas las muñecas Barbie para las niñas del mundo. En China sí hay sindicatos, pero obedecen a un Estado que en nombre del socialismo se ocupa de la disciplina de la mano de obra: "Nosotros combatimos la agitación obrera y la inestabilidad social, para asegurar un clima favorable a los inversores", explicó recientemente Bo Xilai, secretario general del Partido Comunista en uno de los mayores puertos del país.

El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden: a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por dos siglos de luchas obreras en el mundo.

Las plantas maquiladoras de México, Centroamérica y el Caribe, que por algo se llaman "sweat shops", talleres del sudor, crecen a un ritmo mucho más acelerado que la industria en su conjunto. Ocho de cada diez nuevos empleos en la Argentina están "en negro", sin ninguna protección legal. Nueve de cada diez nuevos empleos en toda América latina corresponden al "sector informal", un eufemismo para decir que los trabajadores están librados a la buena de Dios. La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores, ¿serán de aquí a poco un tema para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de una especie extinguida?

En el mundo al revés, la libertad oprime: la libertad del dinero exige trabajadores presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El dios del mercado amenaza y castiga; y bien lo sabe cualquier trabajador, en cualquier lugar. El miedo al desempleo, que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, es, hoy por hoy, la fuente de angustia más universal. ¿Quién está a salvo del pánico de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo? ¿Quién no teme convertirse en un "obstáculo interno", para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que hace un año y medio explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que "hemos eliminado los obstáculos internos"?

Y en tren de preguntas, la última: ante la globalización del dinero, que divide al mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo? Menudo desafío...

Eduardo Galeano, 20 de abril de 2007

miércoles, 17 de marzo de 2010

En EEUU las más altas tasas de divorcio y embarazo adolescente se dan en los estados conservadores

High divorce rates and teen pregnancy are worse in conservative states than liberal states

But moral panic won't help lower divorce rates and teen pregnancy in conservative states; education will.


By Naomi Cahn and June Carbone Staff Writer
posted March 12, 2010 at 11:43 am EST

Washington; and Kansas City, Mo. —

Ask most people about the differences between families who live in “red” (conservative) states and “blue” (liberal) states, and you’ll hear a common refrain: Massachusetts and California are hotbeds of divorce and teen pregnancy, while Nebraska and Texas are havens of virtue and stability.

The reality is quite different. And the evidence should force all of us – conservative and liberal alike – to think carefully about the policies we set to help American families thrive in the 21st century.

According to a new federal study, women with a college education are much more likely to be married than are women who have never graduated from high school. And men and women who married after the age of 25 have lower divorce rates than couples who were married at younger ages.

We could have predicted these results. The US family system, which once differed little by class or region, has become a marker of race, culture, and religion. A new “blue” family paradigm has handsomely rewarded those who invest in women’s as well as men’s education and defer childbearing until the couple is better established. These families, concentrated in urban areas and the coasts, have seen their divorce rates fall back to the level of the 1960s, incomes rise, and nonmarital births remain rare. With later marriage has also come greater stability and less divorce.

Societal support for high school sweethearts who want to tie the knot at graduation or for shotgun weddings – where the bride is accidentally pregnant – no longer exists.

Difficulties in the “red” world, meanwhile, have grown worse. Traditionalists continue to advocate abstinence until marriage and bans on abortion. They’ve said an emphatic “no” to the practices that have made the new “blue” system workable.

Yet, paradoxically, as sociologist Brad Wilcox reports, evangelical Protestant teens have sex at slightly earlier ages on average than their nonevangelical peers (respectively, 16.38 years old versus 16.52 years old), evangelical Protestant couples are also slightly more likely to divorce than nonevangelical couples, and evangelical mothers are actually more likely to work full time outside the home than their nonevangelical peers.

While the devout who make traditional marriages work have happy stable lives, economic circumstances have made it harder to find matches that support gendered family roles and to get marginal couples through family tensions.

Sociologist Paul Amato concludes that among the marriages least likely to last are those in which women who would prefer homemaking roles end up working outside of the home much more than they expected because of the husband’s inability to support the family.

These factors reflect class and cultural differences, but all of our research suggests that the great recession is likely to make things worse. The hallmark of what we have termed the blue family paradigm is training for autonomy.

With a more extended transition to adulthood, better educated youth also need greater flexibility – to navigate their developing sexuality; to switch jobs, cities, and specialties; and to renegotiate family and career responsibilities. In hard times, dual careers provide a cushion, and flexibility about gender and work roles makes it easier to trade off child care and employment.

Hard times, however, also increase calls for a return to more fixed and traditional values. The fact that traditional families are flailing often persuades them that a return to traditional values is that much more critical. In today’s world, however, almost all of the traditional nostrums have proved counterproductive.

Missing from this debate is recognition of the bankruptcy of traditionalist family values as policy for the postindustrial era. We are entirely sympathetic with those inclined to lock up their daughters from puberty until marriage, but we do recognize that the societies abroad most insistent on policing women’s virtue are locked into cycles of poverty.

In the United States, states that emphasize abstinence-only education, limit public subsidies of contraception, restrict access to abortion – and, yes, oppose gay marriage – have higher teen birth and divorce rates.

Yet the failure of the family values movement simply produces another round of moral panic and calls for more draconian restrictions. The most destructive have been those that marginalize the next generation. The latest studies show that as the economy has gone south, teen and nonmarital births and abortions have all increased. This indicates that contraception has become less available and pregnant women more desperate about their futures. Employment figures also demonstrate that male employment has fallen even further than female employment, making youthful weddings that much riskier.

The solution? As we outline in great detail in our book “Red Families v. Blue Families,” there are three critical steps we can take: (1) promote access to contraception – within marriage as well as outside it; (2) develop a greater ability to combine not only work and family, but family and education; and (3) make sure the next generation stays in school, learns the skills to be employed, and cultivates values that can adapt to the future.

Naomi Cahn is the John Theodore Fey Research Professor of Law at George Washington University Law School, and a senior fellow at the Donaldson Adoption Institute. June Carbone is the Edward A. Smith/Missouri Chair of Law, the Constitution and Society at the University of Missouri at Kansas City. They are coauthors of “Red Families v. Blue Families: Legal Polarization and the Creation of Culture.”

lunes, 15 de marzo de 2010

Pautas de trabajo y evaluación

Departamento de Ciencias Sociales

Prof. Mariano Alu

Pautas de trabajo y evaluación

Las siguientes pautas establecen una metodología de trabajo que será implementada durante todo el año

1. La carpeta debe estar completa (apuntes, programa, actividades) todas las clases.

2. Lo mismo rige para los materiales pedidos (libros, fotocopias, mapas, artículos, etc).

3. Los trabajos deben ser entregados en fecha y forma. Esto incluye una carátula con todos los datos necesarios para identificarlo, las consignas, los anexos y la bibliografía. Aquellos trabajos que contengan material no producido por el alumno sin que conste en la bibliografía como cita textual, serán automáticamente desaprobados.

4. En las tareas y actividades grupales todos los miembros del grupo son responsables en igual medida por la presentación

5. No se recibirán trabajos fuera de la fecha indicada por lo cual es conveniente tomar las previsiones necesarias.

6. La evaluación continua tendrá lugar todas las clases y tendrá que ver con el cumplimiento de las consignas pedidas y la comprensión del tema. Es responsabilidad del alumno comunicar al docente aquellos puntos en los que experimentó dificultad en cada una de las clases.

7. Las evaluaciones parciales serán agendadas en el cronograma con un mínimo de siete días de antelación. El formato de éstas varía según lo que el docente considere como el más apropiado según el tema a evaluar.

8. La libreta de comunicaciones debe estar disponible en todas las clases.

9. Se fomenta en la clase una actitud de respeto y colaboración. Por el contrario, posturas de falta de colaboración, falta de respeto o apatía serán calificadas negativamente.

Firma del alumno Firma del responsable

Aclaración Aclaración

Programa Historia Latinoamericana

Historia Latinoamericana

Mariano Alu

Unidad Didáctica Nº I –

América Precolombina: los vestigios de un pasado casi olvidado.

  • ¿Por qué “Latinoamérica”? Las implicancias de un nombramiento.
  • Conceptos: colonización, colonialismo, neocolonialismo y pacto colonial.
  • Las grandes civilizaciones americanas: Mayas, Aztecas e Incas.
  • Cazadores y recolectores del continente: los pueblos originarios.

Unidad Didáctica Nº II –

América colonial: un sistema extractivo arrollado por las nuevas ideas.

  • La relación Metrópoli-Colonias: cuestiones políticas y económicas.
  • La decadencia de los imperios español y portugués: nuevos actores.
  • El impacto de las nuevas ideas y el cimbronazo americano.
  • Las independencias latinoamericanas.

Unidad Didáctica Nº III –

Marchas y contramarchas de las nuevas naciones latinoamericanas.

  • La nueva dependencia económica: Gran Bretaña y EEUU
  • Segregación racial, esclavitud y modelos económicos.
  • Las oligarquías terratenientes y la monoproducción para el mercado mundial.
  • La política del garrote y la intervención norteamericana.
  • Los populismos americanos (1930-1945) y el modelo de Estado interventor.
  • Las dictaduras patriarcales.

Unidad Didáctica Nº IV –

Los ’60: revolución cultural, luchas sociales y nuevos ideales.

  • El orden de posguerra en un mundo bipolar.
  • Las intervencions de EEUU y las revoluciones populares.
  • La Revolución Cubana y sus novedades socioeconómicas.
  • La teoría de la dependencia.
  • La Teología de la Liberación y la crisis de la Iglesia.
  • Guerrillas urbanas y experiencias con prioridad en lo social.
  • Bolivia, Chile, Perú, Guatemala, Nicaragua y El Salvador: experiencias y represión.

Unidad Didáctica Nº V –

Las dictaduras de la Doctrina de la Seguridad Nacional

  • La DSN y la influencia francesa y norteamericana.
  • Dictadura en Brasil.
  • Dictadura en Bolivia.
  • Dictadura en Chile.
  • Dictadura en Uruguay.
  • Dictadura en Argentina.
  • Coordinación entre dictaduras: el Plan Cóndor.
  • La transición hacia la democracia.

Unidad Didáctica Nº VI –

Los procesos de democratización (1980-2005)

  • El nuevo modelo económico y la funcionalidad de la “transición democrática”.
  • Deuda externa, desindustrialización y apertura comercial.
  • Los bloques de integración regional: ganadores, perdedores y espectadores.
  • EEUU y el nuevo orden imperial.
  • La estrategia chapista y el posicionamiento de los demás actores.

Unidad Didáctica Nº VII –

Los nuevos movimientos sociales y campesinos en América Latina.

  • La dinámica globalizadora y el papel de los que se resisten a la exclusión.
  • La revolución zapatista mexicana.
  • El movimiento aymara en Bolivia.
  • El Movimiento de los Sin Tierra y su impacto en el Brasil.
  • El movimiento piquetero y su búsqueda de una nueva lógica.
  • Las empresas recuperadas y autogestionadas: hacia un modelo más justo.
  • Los pueblos originarios hoy.

Programa Historia Argentina

Historia Argentina

Mariano A. Alu

Unidad Didáctica Nº I –

Virreinato, Independencia ¿y después? Los intentos institucionales.

  • 1810-1820. Cronología. Revolucionarios y conservadores. Centralistas y federales.
  • Los intentos constitucionales. Los sucesos internacionales.
  • Buenos Aires, Litoral e Interior. Caudillos e intereses.
  • Unitarios y federales.
  • El rosismo: una dictadura de hecho. Alianzas y enfrentamientos.
  • La secesión de Buenos Aires. El modelo se empieza a consolidar.

Unidad Didáctica Nº II –

El apogeo del paternalismo y la "consolidación de una nación".

  • Las presidencias 1862-1880
  • Eliminación de los caudillos. Guerra del Paraguay. Inmigración y educación como transformadores sociales.
  • Roca y la cuestión de la capital.
  • Inversión extranjera, especulación y crisis.
  • Las transformaciones sociales. La clase media y las alternativas políticas.

Unidad Didáctica Nº III –

La reforma electoral y la conciencia cívica: rupturas y continuidades.

  • Las presidencias radicales. El ascenso de la clase media. Las nuevas aspiraciones.
  • Divisiones al interior del radicalismo.
  • La Gran Guerra y la Sociedad de las naciones.
  • El golpe de 1930. Las crisis económicas e institucionales y su relación mundial.

Unidad Didáctica Nº IV –

La década infame: retroceso democrático y coyuntura mundial.

  • El ascenso del fascismo y su repercusión en el país.
  • Fraude electoral y resurrección de la “patria ganadera”.
  • Inicio de la ISI: consecuencias económicas y sociales.
  • El estallido de la Segunda Guerra y las consecuencias en el país (trabajo de Investigación).

Unidad Didáctica Nº V –

El peronismo, nuevos actores, nueva política, los mismos enfrentamientos.

  • El ascenso de Perón. Sus bases de apoyo. La coyuntura mundial.
  • Las políticas sociales y económicas.
  • Posición en el ámbito internacional.
  • La cultura peronista: defensores y detractores.
  • Caída del modelo, coyunturas. Actores a favor y en contra, intereses.

Unidad Didáctica Nº VI –

Las experiencias desarrollista y autoritaria, un resultado costoso.

  • El golpe de 1955 y el intento de desperonización.
  • Frondizi y el desarrollismo. Entre el Plan Conintes y el Che Guevara. Resultados. El golpe.
  • Divisiones internas en el ejército: azules, colorados y el debate sobre la misión de las FFAA.
  • La presidencia de Illia: el intento de una política nacionalista en un contexto confuso.
  • Estado burocrático-autoritario. Tiempos y objetivos. Radicalización de las clases medias. Estallidos sociales. Resistencias culturales.

Unidad Didáctica Nº VII –

El nuevo peronismo y la dictadura ¿los inicios de la globalización?

  • La izquierda en el mundo de los ’60 y ’70. Debates sobre el desarrollo.
  • Los conflictos al interior del peronismo. Ruptura y clandestinidad. Las condiciones para la caída.
  • Planteos social, económico y político de la dictadura. Las conexiones internacionales.
  • La Guerra de las Malvinas y la contra-cultura de protesta.

Unidad Didáctica Nº VIII –

El retorno a la democracia: cultura, economía y sociedad.

  • Gobierno de Alfonsín. Derechos humanos y reparación social. Los intentos golpista. La “patria financiera” y la quiebra de la economía.
  • Menem y la inmersión en el modelo neoliberal. Los aliados y los proyectos de reforma y privatización. Los actores internacionales. Las nuevas formas de protesta. Coyuntura de globalización.